Menos del 5 % de los conductores aprobaría hoy el examen teórico del permiso B
- oriol Burgès Gascón
- hace 32 minutos
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El estudio Punto Ciego, desarrollado por Fundación CNAE, revela un dato difícil de ignorar: la mayoría de los conductores en activo no superaría hoy el examen teórico del permiso de conducir. Un resultado que pone en evidencia la vulnerabilidad de un sistema formativo que, a diferencia de casi cualquier otro, no exige actualizar conocimientos ni realizar reciclajes periódicos.

Casi seiscientos trabajadores de distintos sectores —personas que utilizan el vehículo como herramienta habitual de trabajo— participaron en la prueba. El test, de veinte preguntas, replicaba el modelo del examen oficial del permiso B. El resultado fue tan claro como inquietante: solo el 1,01 % habría aprobado. Permitiendo un fallo adicional, el porcentaje apenas alcanzaría el 3,7 %. La media general se quedó en 11,7 aciertos sobre 20.
Los números son importantes, pero lo que revelan lo es más. En España, una persona puede conducir durante cuarenta años sin volver a demostrar que conoce las normas básicas de circulación. No hay obligación de reciclarse ni de acreditar conocimientos, solo de renovar un documento cada diez años con una revisión médica rutinaria. Ni un examen, ni una evaluación técnica, ni una simple actualización de contenidos. Y todo ello en un contexto donde las normas cambian, los vehículos evolucionan y la movilidad se transforma a una velocidad inédita.
El paralelismo con otras profesiones resulta evidente. Un cirujano no puede operar con protocolos de hace veinte años. Un ingeniero no diseña estructuras con materiales obsoletos. Un docente no enseña con libros desactualizados. Sin embargo, millones de conductores —que comparten espacio y riesgo cada día en las carreteras— siguen guiándose por lo que aprendieron antes de que existieran los vehículos eléctricos, las nuevas señales o las normas de movilidad urbana actuales.
El análisis de las respuestas del test confirma ese deterioro del conocimiento. Más del 70 % no recordaba la velocidad máxima en vías urbanas de un solo carril. Tres de cada cuatro olvidaban que es obligatorio circular con las luces encendidas en los túneles, incluso de día. Ocho de cada diez no sabían identificar la frenada regenerativa, un sistema básico en los vehículos eléctricos. No son errores menores: son la prueba de una erosión silenciosa en la cultura vial que se ha normalizado durante años. Conducimos cada día, pero confiamos en la experiencia, no en el conocimiento. Y la experiencia, sin actualización, genera confianza, no seguridad.
El Observatorio de la Siniestralidad Vial Laboral 2025, elaborado también por Fundación CNAE junto a Asepeyo, aporta el contexto. Uno de cada tres siniestros laborales mortales en España está relacionado con el tráfico. No se trata de una coincidencia: cuando el conocimiento se degrada, la prevención se debilita. La vulnerabilidad no está solo en los conductores, sino en el propio sistema, que asume el riesgo de dejar de aprender.
Punto Ciego no nace para enseñar, sino para medir. Para poner cifras donde solo había intuición. Su propósito es simple y necesario: evidenciar que la seguridad vial no puede depender de conocimientos que se obtienen una vez y se olvidan con el tiempo. La experiencia es valiosa, pero sin comprensión técnica ni actualización normativa, se convierte en rutina. Y la rutina, al volante, es una mala consejera.
La experiencia no sustituye al conocimiento. Conducir cada día no significa hacerlo bien cada día.
El dato del 1 % no es solo un titular: es un espejo de lo que somos como sociedad cuando tratamos la conducción como un hábito y no como una competencia. Y también una advertencia: el conocimiento, igual que la seguridad, no es para siempre.